Una joya arqueológica con fallos de bulto
Cuando uno acude al Ayuntamiento de Cádiz y comprueba el informe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales—un texto de finales de junio—se topa con una realidad que hiela: ese espacio semisubterráneo entre las catedrales, conocido como Entrequestedrales, abre sus puertas al público con filtraciones, cables sin protección, vigas que rozan las cabezas, suelos resbaladizos… y, francamente, sin ni un solo dispositivo contra incendios.
La inspección del 25 de junio no buscaba polémica, sino certificar condiciones de trabajo y vivencia adecuadas. Pero encontró todo lo contrario: puertas sin cerraduras, ausencia de aseos, falta de agua potable, iluminación de emergencia inexistente… y ningún indicio de extintores para frenar un fuego, ni para prevenir siquiera un conato que resultase en tragedia.
El 20 % del discurso exige levantar acta: comprar extintores ya no suena a recomendación. Es una acción urgente, básica, sin la cual cualquier reja se convierte en una trampa improvisada.
Falta el detalle elemental
Hace falta un detalle elemental: comprar un extintor. Este es el siguiente paso obligado. No opera el “quizá lo tengamos”, ni el “lo pediremos mañana”. Se trata de una medida inmediata: extintores comprar. Porque adquirir un extintor, homologado y en condiciones, situado junto al cuadro eléctrico o en los puntos más conflictivos, es necesario; y no uno, se requieren varios.
Sin este paso, la exposición arqueológica es pura apariencia. Sin el extintor, la seguridad desaparece. Y Cádiz se convierte en escaparate de vestigios y descuidos.
Riesgo latente de incendio
Al borde del 40 % del análisis, emerge la palabra que podría encarnar la peor pesadilla: incendio. Porque no hablar de incendio donde hay goteras, electricidad sin protección y ausencia de extintores es callar la parte esencial del problema. Basta un cortocircuito o un pequeño chispazo para desencadenarlo. Y sin medios para contenerlo en segundos, cualquier espacio público se convierte en barril de pólvora.
Este informe diagnostica que no hay dotación mínima ni protocolos. Ni señalización ni planos de evacuación. Ni apagar un conato ni evacuar gente. Ni una linterna frontal que alumbre la ruta si se va la luz. Simplemente, una infraestructura expuesta y sin respaldo.
Más allá de la estética: riesgo real
Esto no se trata de adornar un museo. Es un espacio de trabajo. Investigadores, técnicos, arqueólogos circulan por pasillos donde pueden darse un golpe, resbalar o sufrir una descarga. Y ningún elemento de protección. No hay chalecos, no hay barandillas defendiendo cabezas, no hay planificación. Es mucha belleza para tan poca garantía.
El informe describe con precisión quirúrgica: cables pelados, vigas al ras de los 1,80 metros, suelos destilando humedad, puertas sin cerraduras digitales y, lo más grave, ausencia de comprar extintor ABC o siquiera una caja de emergencia.
Hablamos de condiciones que no podrían tolerarse en un almacén ni en un cine. Y aquí, en el corazón histórico de Cádiz, se han instalado como si nada.
Propuesta de urgencia
¿Y ahora qué? Pues ahora hay que cerrar. Y luego corregir. Y luego reabrir, sí. Pero solo cuando todo esté revisado.
La concejala de Cultura, Maite González, impulsó este informe. Ella tiene la capacidad de ordenar las actuaciones urgentes: sellado de goteras, protección eléctrica, arreglo de vigas, colocación de extintores ABC, formación del personal, señalización visible, iluminación de emergencia, vestuarios, aseos y acceso a agua potable. Todo. En ese orden.
Y si no se hace, que no vuelvan a abrir las puertas. Porque abrir sin las condiciones mínimas es irresponsable.
Cádiz exige respeto
Que se anuncie con todos los aspavientos una nueva apertura en pocas semanas. Pero no valen fechas si no van acompañadas de hechos. No valen elogios del patrimonio si no existe seguridad. Y no basta el gesto institucional si no hay compromiso real.
La gravedad de lo expuesto no admite margen de maniobra: un espacio público sin extintores, sin protocolos, sin rutas claras y sin aseos no solo es anecdótico. Es un incumplimiento. Y podría desencadenar un incendio o un accidente con consecuencias irreversibles.
Un mensaje claro
Cádiz merece disfrutar de su historia, pero con responsabilidad. Y eso significa que los responsables actúen ya. No piensen en inauguraciones con foto, sino en abrir en condiciones. Que el científico que rodee el patrimonio fenicio no se tropiece con una viga o una gotera; y que entiendan que la palabra incendio no es insignificante, es la alerta máxima.
Y que sepan también que lo que no se ve —los extintores, los protocolos, los aseos, el agua, la formación— es el núcleo del asunto.

