España bajo fuego: por qué necesitamos más extintores en cada rincón.
El calor no perdona y la prevención es más urgente que nunca
Señoras y señores, en este país que se cuece al sol como una paella al mediodía, el fuego ya no es una amenaza estacional: es una constante amenazante. Hemos pasado de temerle a julio y agosto como meses del calor abrasador, a enfrentarlos como si fueran dos pirómanos sueltos por el monte.
Aquí no se trata de alarmar, sino de despertar conciencias adormiladas por el aire acondicionado. Las llamas no esperan comunicados oficiales ni instrucciones burocráticas. El fuego actúa, sin preguntas, sin tregua. Y cuando aparece, solo hay una manera eficaz de plantarle cara: estar preparados.
La primera línea de defensa: los extintores como herramienta esencial
Hay quien sigue creyendo que los extintores son cosa de oficinas, de garajes o de centros comerciales. Error monumental. Los extintores deben estar en todas partes donde haya vida, calor y electricidad. Porque si algo ha demostrado la realidad, es que el fuego no distingue entre lugares públicos o privados, urbanos o rurales.
Y no basta con tener “un extintor por ahí guardado”, no. Hace falta saber qué tipo de extintor se necesita y dónde colocarlo.
El “extintor abc”: el comodín que no puede faltar
Si hay un tipo de extintor que debería estar en cada hogar, en cada cocina, en cada vehículo, es el extintor ABC. ¿Por qué? Porque es el todoterreno de la seguridad contra incendios. Apaga fuegos originados por materiales sólidos (clase A), líquidos inflamables (clase B) y gases (clase C). Vamos, lo único que no apaga es la negligencia.
Colocar un extintor abc en el pasillo de una vivienda, en el maletero del coche o junto a la caldera no es una precaución exagerada, es una decisión inteligente.
¿Sabe cuántas vidas se han podido salvar con la rápida actuación de alguien que tuvo uno a mano? Muchas más de las que usted imagina.
¿Cuánto cuesta un extintor? Menos que un olvido imperdonable
Llegados a este punto, uno se pregunta, con razón de contribuyente preocupado: ¿cuanto cuesta un extintor? Pues no tanto como nos quieren hacer pensar.
Un extintor estándar de 6 kilos puede adquirirse por entre 25 y 40 euros. Hay versiones más pequeñas por debajo de los 20 euros, perfectas para espacios reducidos o vehículos, y también modelos de gran capacidad para empresas o instalaciones más grandes.
Invertir en un extintor no es un gasto, es una póliza de vida sin intermediarios.
Lo que sí cuesta —y mucho— es lamentar la pérdida de un hogar, de un negocio o, peor aún, de una vida. Y todo por haber considerado “innecesario” un dispositivo que puede frenar una catástrofe en 30 segundos.
Un país en llamas: cada verano, un nuevo incendio
No hace falta esperar al parte meteorológico para saber que el verano español es tierra fértil para el fuego. Cada año vemos cómo arden montes, campos y viviendas mientras se discuten protocolos en despachos con aire acondicionado.
El incendio no negocia. No espera permisos ni considera horarios. Aparece, se expande y arrasa. Y el único modo de detenerlo en su fase inicial es con un extintor cerca, a la vista y funcional. No hay otro. Lo demás son discursos vacíos que llegan cuando ya es tarde.
¿Dónde deben colocarse los extintores? Proximidad, visibilidad y sentido común
No basta con tenerlos: hay que saber dónde y cómo colocarlos. La normativa es clara: deben ubicarse en lugares visibles, accesibles y próximos a posibles focos de fuego.
En garajes, cocinas, pasillos largos, locales públicos, almacenes, zonas comunes de edificios y en vehículos, los extintores deben ser parte del paisaje habitual.
Y aunque la legislación puede cambiar ligeramente según la comunidad autónoma, la lógica no lo hace: si hay riesgo, debe haber extintor.
Más calor, más riesgo: España necesita una cultura del extintor
Es hora de abandonar la mentalidad reactiva. España no puede seguir actuando solo cuando las llamas ya son noticia. Necesitamos una cultura de la prevención, donde tener un extintor no sea una opción sino una costumbre tan normal como tener un botiquín o una linterna.
Porque cada grado que sube el mercurio aumenta la probabilidad de un fuego.
Y no hablamos de incendios forestales únicamente. Los incendios domésticos representan una gran parte de las emergencias registradas en verano. Una sartén, un cable en mal estado, una vela… y el desastre está servido.
Responsabilidad compartida: ciudadanos, instituciones y empresas
La protección frente al fuego no puede depender exclusivamente de los cuerpos de bomberos. Son héroes, sí, pero no omnipresentes.
La primera intervención depende de nosotros. Desde el vecino que detecta un conato en su jardín hasta el comerciante que actúa en su local antes de que llegue el camión rojo.
Empresas, organismos públicos, comunidades de propietarios: todos deben revisar, actualizar y multiplicar sus dispositivos de extinción. Porque cuando el fuego aparece, el tiempo no se mide en horas ni minutos, sino en segundos.
Formación, mantenimiento y revisión: claves de un extintor útil
Un extintor no es útil por el simple hecho de estar ahí, colgado o guardado. Debe estar operativo. Y eso implica revisiones periódicas, mantenimientos técnicos y formación básica para quienes están a su alrededor.
Saber usar un extintor puede marcar la diferencia entre control y caos. Y no hace falta un máster para aprender: en cinco minutos, con una pequeña demostración, cualquiera puede adquirir las nociones necesarias.
Prevención real, acción inmediata
España se calienta, el aire se vuelve seco y el fuego se vuelve rutina. Pero eso no significa que debamos resignarnos. Hay soluciones. Hay medios. Y sobre todo, hay responsabilidad.
Colocar extintores donde antes solo había confianza, revisar instalaciones donde antes solo había abandono y aprender a actuar donde antes solo mirábamos. Ese es el camino. No hay otro.
Porque un país preparado no es el que apaga fuegos, sino el que no deja que empiecen.
