El corazón de Punta Alta se estremeció este domingo cuando las llamas devoraron un local gastronómico. Todo comenzó, freidora provocó incendio en restaurante, que como un dragón dormido, despertó furiosa. El fuego se expandió, tejiendo humo espeso y derribando mampostería. Tres almas atrapadas en el caos, una de ellas sucumbió al pánico, necesitando ayuda médica. Los dueños intentaron domar las llamas, pero el fuego era más fuerte.
El fuego que no quiso ser olvidado
Hace apenas dos semanas, el mismo lugar susurró una advertencia con un principio de incendio. Nadie escuchó. Esta vez, el fuego rugió con fuerza, recordando su poder. Los bomberos, como héroes anónimos, llegaron para apagar la furia. Las paredes de la cocina, debilitadas por el calor, cayeron como lágrimas de cemento. El humo pintó el aire de gris, dejando una estela de desasosiego.
La batalla contra las llamas
Los dueños, armados con un extintor, lucharon valientemente. Pero el fuego, caprichoso, se negó a retroceder. Fue entonces cuando los bomberos de Punta Alta tomaron el mando. Sus mangueras, como serpientes de agua, silbaron contra el incendio. El sistema extinción automática campanas extractoras no estuvo presente, y su ausencia se hizo notar. Una lección dura, escrita en llamas y cenizas.
Normas que salvan vidas
Este incidente revive el debate sobre la normativa extinción campanas de cocina. ¿Cuántas tragedias más hacen falta para que se cumplan las reglas? Las cocinas, llenas de sueños y sabores, también guardan peligros ocultos. La prevención no es un capricho, es un escudo. Quizás, esta vez, el mensaje quedará grabado en la memoria, no solo en las paredes quemadas.

