‘La Belmontina’ arde y Oviedo se despierta

Explosión, llamas y memoria calcinada a los pies de la Catedral

Oviedo no suele ser de las ciudades que gritan. Su elegancia, su contención, su sobriedad, hacen de ella una dama discreta del norte. Pero el lunes 7 de julio, poco antes de las nueve de la noche, un estruendo desgarró esa compostura como un bisturí. Una explosión de gas en la cocina de ‘La Belmontina’, un bar con más historia que muchos museos, desató un incendio que hizo correr a vecinos, turistas y bomberos. Lo que se quemaba no era solo un restaurante. Se quemaba parte del alma ovetense.

El humo no tardó en salir por las rendijas, anunciando el desastre con una columna visible desde media ciudad. Las sirenas, que nunca suenan en balde, se mezclaron con el murmullo preocupado de la gente. Y la Catedral, impasible, presenció desde su piedra centenaria cómo el calor devoraba maderas, recetas, recuerdos.

Un símbolo en peligro: la cocina, el epicentro de todo

La Belmontina’ lleva desde 1954 sirviendo platos y tertulias en la sombra de la Catedral. Se ha mantenido abierta durante dictaduras, transiciones, crisis económicas y modas gastronómicas absurdas. Pero no pudo evitar lo que comenzó entre fogones. El foco del incendio fue su cocina, y aunque no se han reportado víctimas personales —milagro bendito en un lunes que podía haber sido trágico—, los daños materiales son evidentes y amargos.

Las primeras hipótesis apuntan a una fuga de gas. Una chispa bastó para que todo ardiera. Porque así son los incendios: traicioneros, rápidos, implacables. Dejan cenizas donde antes había vida. Y en un local como ‘La Belmontina’, eso significa más que una barra calcinada.

Prevención que salva: la importancia de los extintores

En este punto conviene hacer un alto. Un incendio en un restaurante no es una rareza. Lo que es raro —y cada vez más necesario— es la conciencia preventiva. Y aquí entra en juego un elemento que no debería faltar jamás en un local de hostelería: los extintores ABC.

No basta con tener uno. Hay que tener el adecuado, y en sitios estratégicos. Los extintores ABC están diseñados para combatir fuegos provocados por materiales sólidos, líquidos inflamables y gases, es decir, casi todos los riesgos habituales en una cocina profesional. Tenerlos a mano, accesibles y operativos, puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.

¿Y cuántos locales los tienen correctamente instalados? ¿Cuántos los revisan? ¿Cuántos han hecho simulacros? Porque si algo ha demostrado lo de ‘La Belmontina’ es que la historia no sirve de escudo contra el fuego. Y el patrimonio se protege con acción, no con nostalgia.

¿Dónde comprar extintores? No se improvisa con la seguridad

Llegados a este punto, la pregunta clave es: ¿dónde comprar extintores ABC confiables y certificados? Porque no vale cualquier cosa. La oferta es amplia, sí, pero no todo lo que brilla es eficacia. Un buen proveedor debe ofrecer asesoramiento, instalación correcta, mantenimiento posterior y, sobre todo, garantía de calidad.

Y es que comprar un extintor no es como comprar una tostadora. Un extintor puede salvar vidas. No se trata de llenar una ficha técnica para pasar una inspección. Se trata de estar preparado para lo impensable. Lo de ‘La Belmontina’ no fue una excepción. Es un recordatorio.

Un recordatorio de que comprar extintores ABC no es opcional, es vital. Y que cada día que pasa sin revisar las condiciones de seguridad es un día perdido… o ganado por el azar.

El incendio que lo cambió todo

En este punto del relato, ya no hablamos de posibilidad, sino de realidad. El incendio de ‘La Belmontina’ no fue una teoría. Fue una llamarada real, con fuego de verdad, con humo que rasgaba gargantas, con miedo. Y también con una ciudad que miraba sin poder intervenir.

Las llamas fueron contenidas gracias al trabajo eficaz del cuerpo de bomberos, que evitaron males mayores. Pero no llegaron por arte de magia. Llegaron cuando el fuego ya había arrasado buena parte del interior. Lo que no se destruyó, quedó ahumado. Y lo que quedó intacto, lo miramos ahora con otros ojos.

¿Hacía falta este incendio para darnos cuenta de que estamos jugando con fuego, literalmente? Ojalá no. Pero aquí estamos, sumando otro nombre a la lista de espacios que claman por un sistema de prevención moderno y eficaz.

El patrimonio no se improvisa: lo que se quema no siempre vuelve

‘La Belmontina’ volverá. Así lo esperamos todos. Pero no volverá igual. Algo se ha perdido. Algo que no está en las paredes, ni en las mesas. Algo que se respiraba y que ahora huele a ceniza. Y por eso este suceso no debe quedar en anécdota, ni en titulares efímeros.

Debe ser un punto de inflexión. Para los hosteleros. Para los ayuntamientos. Para los responsables de seguridad. Y sí, para los clientes también. Porque cuando nos sentamos en un restaurante, damos por hecho que estaremos seguros. Pero no siempre es así.

Aprendamos del fuego, no después de él

La tragedia no llegó a consumarse por completo, y eso es motivo de alivio. Pero no de consuelo. Porque el próximo fuego podría no avisar. Y entonces, sí, tocará lamentar lo que hoy podemos prevenir.

Así que actuemos. Formemos al personal. Revisemos los sistemas de gas. Instalemos extintores ABC certificados. Y hagamos que cada bar, cada restaurante, cada cocina, esté más cerca de la seguridad total y más lejos del titular dramático.

No por miedo, sino por responsabilidad. No por norma, sino por sentido común. No para evitar multas, sino para evitar lágrimas.

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