Marc Márquez: Los extintores no eran los correctos

Marc Márquez: Los extintores no eran los correctos y la moto quedó completamente dañada, sobre todo los frenos

Marc Márquez, el torero del asfalto, el gladiador del motor, vivió este fin de semana en Indonesia una escena más propia de una novela de catástrofes que de una carrera de MotoGP. Su Ducati GP23, esa bestia de metal y fibra de carbono, decidió inmolarse en plena vuelta 12, envolviéndose en llamas y convirtiéndose en un amasijo de hierros y humo. Pero no fue solo la traición del motor lo que dejó al piloto de Cervera con un cero en el casillero. Fueron los extintores, o mejor dicho, la ausencia de un extintor decente, lo que terminaron de firmar la sentencia.

Todo comenzó cuando Márquez, que ya andaba batallando con problemas de frenos, decidió cambiar de moto. No era un capricho; era una cuestión de supervivencia. Sin embargo, la Gresini de repuesto le salió respondona. “Hubo un gran ruido y el motor se paró. Cuando vi el humo blanco supe que nada bueno iba a pasar”, relató el ‘93’, con ese tono entre resignado y molesto que solo los que han lidiado con la fatalidad conocen bien.

Los ‘marshalls’ acudieron al rescate, aunque con las manos tan vacías como las cabezas. Armados con extintores que parecían sacados de una tienda de souvenirs, intentaron apagar el fuego. El resultado fue nefasto. «Los extintores no eran los correctos y la moto quedó completamente dañada, sobre todo los frenos«, sentenció Márquez. Y lo dijo con la mirada de quien ve cómo sus sueños se calcinan a cámara lenta.

Para el equipo Gresini, cada chispa que devoraba la Ducati era un billete ardiendo. Márquez no dudó en poner el dedo en la llaga: “Para un equipo privado, esto es un coste enorme”. En MotoGP, donde cada pieza vale su peso en oro, perder una moto no es un simple contratiempo, es una herida en el presupuesto, una cicatriz en la temporada.

La tragedia se amplifica al saber que, quizá, con un equipamiento adecuado, con esos extintores “de última tecnología” de los que hablaba Marc, se podría haber salvado algo. No todo, pero quizá lo suficiente para evitar que la moto quedara convertida en ceniza y frustración.

Indonesia se convierte así en un capítulo oscuro para el catalán. Con el campeonato del mundo cada vez más lejano, a Márquez no le queda otra que rehacerse, lamerse las heridas y volver al ruedo. Porque, como en las viejas historias de Pérez-Reverte, siempre hay una última batalla, una última curva en la que jugárselo todo.

 

También te puede interesar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *