Siete intoxicados por humo tras un incendio en un hotel-restaurante de Atarfe.
Ocurrió en Atarfe, pero pudo pasar en cualquier rincón donde el cuidado se relaja y los protocolos se archivan. Un hotel-restaurante en la localidad granadina ha sido el escenario de un suceso que, de no haberse contenido a tiempo, habría dibujado una tragedia de esas que dejan cicatriz.
Madrugada cerrada. Cielo negro y denso. A las 5:15 de la mañana, la tranquilidad de un establecimiento hostelero se vio quebrada por el rugido seco del fuego. Siete personas, atrapadas entre el humo y el susto, resultaron intoxicadas, algunas con mayor afectación que otras. Afortunadamente, ninguna con daños irreversibles.
Los hechos se desencadenaron en el corazón del hotel-restaurante situado en el término municipal de Atarfe, provincia de Granada. A esa hora, mientras algunos huéspedes dormían y otros se preparaban para un nuevo día, las llamas se abrían paso por una zona de cocina con velocidad inquietante.
Los servicios de emergencia, activados de inmediato, actuaron con la precisión que exige un escenario tan volátil. La Guardia Civil, el 061, bomberos de Granada y de Loja se presentaron en el lugar como una coreografía bien ensayada, apagando no solo las llamas, sino conteniendo el miedo de quienes respiraban entre humo y confusión.
Un despertar entre humo y caos
Resulta complejo imaginar el pánico. El humo asfixiante, los gritos, el desconcierto. Uno de esos despertares que nadie quiere vivir, con la alarma de incendios sonando como un latido desesperado. Siete personas fueron trasladadas al Hospital de Neurotraumatología del Virgen de las Nieves, todas con síntomas de intoxicación por inhalación de humo.
Una de ellas, de mayor edad y más afectada, recibió atención prioritaria. El resto, con pronóstico leve, abandonaron el centro sanitario pocas horas después. Pero las secuelas emocionales no salen por la puerta de urgencias tan fácilmente.
Y aquí nos detenemos, porque cuando uno repasa este tipo de incidentes, la reflexión es inevitable: ¿estaban los extintores en su sitio? ¿Se habían revisado dentro de plazo? ¿Eran los adecuados para el tipo de fuego que se originó? En la seguridad, como en la vida, lo pequeño muchas veces marca la diferencia.
El papel clave de los extintores en situaciones críticas
A menudo relegados al fondo de un pasillo o colgados como adorno obligatorio, los extintores son el primer recurso real cuando el fuego asoma. Y no hablamos de un detalle sin importancia. En entornos como hoteles o restaurantes, donde conviven cocinas industriales, sistemas eléctricos complejos y una rotación constante de personas, estos dispositivos son tan vitales como invisibles.
Extintor co2: esto debes saber
Un extintor co2, por ejemplo, es ideal para apagar fuegos eléctricos o en presencia de grasas sin dejar residuos, algo esencial en una cocina profesional. Sin embargo, su eficacia se desvanece si no se encuentra en condiciones óptimas, si no ha sido revisado o si el personal no está formado para utilizarlo.
El incendio en Atarfe nos recuerda que no basta con cumplir la normativa: hay que interiorizarla. Un extintor no es un requisito, es una herramienta. Y cuando el fuego irrumpe, no hay tiempo para dudas ni manuales de instrucciones.
Un incendio que pudo ser peor
El incendio, según los primeros indicios, se originó en la zona de cocinas. No se ha confirmado si se trató de un fallo eléctrico, un descuido humano o una combinación de ambos. Lo que sí está claro es que las llamas avanzaron con rapidez, expandiendo un humo espeso y tóxico que se coló por conductos y pasillos, envolviendo habitaciones y zonas comunes.
Afortunadamente, no hubo fallecidos. Pero el susto permanece. Y con él, la necesidad urgente de revisar cómo protegemos nuestros espacios frente a la amenaza del fuego. Porque sí, sigue habiendo hoteles donde el personal no ha recibido formación en emergencias, donde los sistemas de detección están obsoletos, o donde los simulacros son, en el mejor de los casos, anecdóticos.
Lecciones urgentes que no deben olvidarse
El incendio de Atarfe nos deja varias lecciones. La primera: la prevención no es opcional. La segunda: un extintor mal ubicado o caducado es como un cinturón de seguridad roto. Y la tercera: la formación del personal en situaciones de emergencia no es un extra, es una necesidad.
Tampoco se puede obviar la responsabilidad de los propietarios y gestores de estos espacios. Las inspecciones técnicas, el cumplimiento riguroso de las medidas contra incendios, la instalación de sistemas de detección temprana y la presencia de extintores adecuados no son gastos: son inversiones en seguridad.
Granada, una tierra tan rica en historia como en hostelería, no puede permitirse imágenes como las que ha dejado este incidente. No por la mancha mediática, sino por la vulnerabilidad que deja al descubierto. Porque el fuego no avisa, no perdona, y rara vez da segundas oportunidades.
Aprender del humo antes que de las cenizas
El balance pudo ser mucho peor. Y esa es, quizá, la única noticia buena en esta historia que arranca entre sombras. Pero no deberíamos necesitar un susto para actuar. El incendio del hotel de Atarfe debe servir de recordatorio para todos: empresarios, administraciones y ciudadanos. La seguridad no se improvisa.
Nos toca preguntarnos si en nuestro entorno los sistemas están al día, si los extintores son los adecuados, si hay un extintor co2 donde debe estar, y si sabríamos utilizarlo en caso necesario. Porque la prevención no es cobardía, es inteligencia.
Y, sobre todo, porque no queremos volver a ver salir humo de los tejados de un hotel mientras sus ocupantes corren por los pasillos buscando aire.

