Toysal vuelve a arder: humo, silencio y promesas que no se cumplen.
Crónica de un nuevo incendio industrial en O Caramuxo
Vigo amaneció este domingo envuelta en humo, y no era niebla. Eran las 10:00 de la mañana cuando la nave de Toysal, esa misma que lleva tiempo acumulando más titulares que soluciones, volvió a incendiarse. La planta, especializada en el tratamiento de residuos industriales y encargada del Punto Limpio del Concello de Vigo, volvió a ser epicentro del desastre en el polígono de O Caramuxo, ese viejo conocido de los cuerpos de emergencia.
Desde distintos barrios, incluso desde el otro lado de la ría, los ciudadanos alzaron la vista y vieron la columna de humo negra y densa, esa que ya no sorprende pero sí inquieta. Porque, seamos claros, una vez es un accidente, dos veces es una advertencia, pero ya vamos por la categoría de costumbre peligrosa.
Dos camiones de bomberos, agentes de la Policía Nacional y efectivos del SEPRONA de la Guardia Civil acudieron con rapidez al lugar de los hechos. Ellos, que ya tienen el GPS aprendido de memoria hasta Toysal, sabían que esta vez tampoco iba a ser un simulacro. El fuego, cuando visita una planta de tratamiento de residuos, activa protocolos especiales y obliga a remitir todo directamente a la Fiscalía de Medio Ambiente.
Una chispa, una planta y el olvido sistemático de la prevención
El problema aquí no es solo el fuego. Es la repetición. Es la inacción que se disfraza de trámite, la gestión que se maquilla de rutina. Porque lo que arde en Toysal no es solo basura industrial: arde la confianza en un sistema que debería evitar esto por todos los medios.
Y justo en medio de esta reflexión, en ese momento en que la espuma de los camiones empieza a cubrir lo que queda del incendio, vuelve a la mente la pregunta fundamental: ¿dónde estaba el extintor de polvo?
Ese humilde y eficaz compañero de pared, que sirve para fuegos de tipo A, B y C, muchas veces no está donde debe estar, o no funciona cuando debe funcionar. El extintor de polvo no es decoración ni estatua de protocolo. Es la primera línea de defensa, la única posibilidad real de frenar un conato antes de que se convierta en titular de prensa y expediente judicial.
¿Cuánto cuesta la prevención? Pregunte por el precio extintor 6 kg
La inversión en prevención no es un lujo. Es una obligación. Pero, en este país de presupuestos cortos y prioridades cambiantes, no falta quien siga preguntando por el precio extintor 6 kg como si de un capricho se tratara.
Un extintor de 6 kilogramos cuesta lo que una comida de menú ejecutivo. Pero su ausencia puede costar millones, vidas, empleo y reputación. El problema no es que sea caro. El problema es que se subestima su valor, y cuando el humo lo cubre todo, ya es tarde para rebajas.
Mientras Toysal arde por enésima vez, nadie publica cuántos extintores funcionaban, cuántos se revisaron, cuántos estaban accesibles. Ese detalle, que parece menor, lo dice todo sobre el concepto que se tiene de la seguridad.
Un incendio que se repite, una rutina que se quema
A estas alturas, la palabra incendio asociada al nombre de Toysal ya no impacta. Preocupa, sí. Molesta, también. Pero ha perdido capacidad de sorpresa, como si fuese parte del paisaje urbano de O Caramuxo.
Y no debería ser así.
Cada vez que las llamas regresan a esa nave, no solo se enciende el material inflamable: se enciende la frustración de una ciudad que exige respuestas, se reavivan las dudas sobre controles y permisos, y se ahoga, entre humo, la sensación de que todo está bajo control.
Es imposible no preguntarse por qué vuelve a ocurrir. ¿Qué inspecciones fallaron? ¿Qué protocolos no se cumplieron? ¿Qué lecciones no se aprendieron?
Bomberos, Guardia Civil y fiscalía: todos otra vez al ruedo
Como si de una coreografía bien ensayada se tratase, los bomberos desplegaron su equipo, la Policía aseguró el perímetro y el SEPRONA empezó a levantar actas. Lo han hecho antes. Lo volverán a hacer. Pero no son ellos los que fallan.
La responsabilidad de que una planta como Toysal funcione bajo estrictas normas de seguridad no es de los que apagan el fuego, sino de los que deben evitar que se encienda.
Y eso empieza en la puerta, sigue en la formación del personal, y se concreta en decisiones simples pero fundamentales como tener los extintores adecuados, mantenerlos en regla y garantizar que cada trabajador sabe dónde están y cómo usarlos.
Fuego, humo y una ciudad que ya no cree en las excusas
La columna de humo visible desde kilómetros a la redonda es más que un fenómeno físico. Es un símbolo de la falta de vigilancia, del descontrol, de la reiteración peligrosa.
Vigo no necesita más informes, necesita acciones. No necesita más notas de prensa, sino prevención real. Y no necesita que se prometa una revisión “a fondo” cada vez que arde Toysal. Necesita resultados.
Las llamas no entienden de discursos. Solo se apagan con agua, con espuma… o con decisiones firmes antes de que aparezcan.
El fuego ya no es noticia, lo es la falta de reacción
Cada vez que arde Toysal, la ciudadanía respira peor y confía menos. Menos en la empresa, menos en las autoridades, menos en los protocolos. Porque si un lugar destinado al tratamiento de residuos no puede garantizar seguridad, ¿quién puede?
No se trata de buscar culpables con linterna. Se trata de exigir un cambio de rumbo, de dejar atrás la pasividad, y de entender que la seguridad no es una carga, sino un deber.
Que la próxima columna de humo no venga de la negligencia, sino del humo de una parrilla, de un asador, de algo que no ponga en riesgo a toda una ciudad.

