Seguridad contra incendios en cocinas hoteleras y de restauración

Seguridad contra incendios en cocinas hoteleras y de restauración

La cocina de un hotel o un restaurante es un campo de batalla. Ahí dentro, en ese infierno de aceites hirviendo y fogones al rojo vivo, se pelea a diario con el tiempo, el estrés y, a veces, con la fatalidad. Y cuando la fatalidad se presenta, lo hace envuelta en llamas. No es un problema menor: cinco incendios diarios en establecimientos de hostelería no es una estadística, es una condena anunciada. Una que, con un mínimo de previsión y los sistemas adecuados, podría evitarse.

El enemigo está en la cocina

No hay que engañarse. La mayoría de estos incendios no empiezan en una habitación ni en un almacén olvidado. No. Nacen en la cocina, en los fogones, donde las grasas y aceites convierten cada servicio en una ruleta rusa. La Fundación Fuego lo dejó claro en sus estudios: tres de los diez incendios más graves en hoteles comenzaron en la cocina. Pérdidas millonarias, restaurantes cerrados, hoteles en bancarrota y, lo que es peor, clientes y empleados hospitalizados por inhalación de humo. Y todo porque alguien decidió que invertir en prevención era un gasto y no una necesidad.

Leyes que nadie debería ignorar

El Código Técnico de la Edificación (CTE) lo dice alto y claro: cualquier cocina con más de 50 kW de potencia –o 20 kW si hablamos de hospitales y residencias– debe contar con un sistema de extinción automática. Pero claro, una cosa es lo que dicta la ley y otra lo que ocurre en la realidad. No son pocos los empresarios que ven la normativa como un papel más que firmar, sin entender que lo que está en juego es su propio negocio y, en última instancia, vidas humanas.

Y no basta con instalar cualquier sistema para salir del paso. Antes de ponerlo en marcha, hay que presentar un certificado que garantice su correcto funcionamiento. Un mero trámite, dirán algunos. Hasta que un fogonazo de grasa convierte la cocina en un infierno y ya es demasiado tarde para arrepentimientos.

Elegir bien o perderlo todo

No todos los sistemas de extinción sirven para una cocina. Usar agua sobre aceite en llamas es jugar con la muerte. Lo mismo ocurre con ciertos polvos químicos. Por eso, la norma UNE-EN 3-7:2004+A1:2008 deja claro que los incendios en cocinas –fuegos de clase F– requieren soluciones específicas. Aquí entran en juego los sistemas basados en soluciones acuosas con sales orgánicas, los únicos que no solo extinguen las llamas, sino que también evitan la temida reignición. Una elección incorrecta y lo que parecía una pequeña llamarada se convierte en cenizas.

La tecnología que puede salvar un negocio

La prevención no es un lujo, es una estrategia de supervivencia. Finding Life Project SL, en su informe de 2011, lo dejó claro: los sistemas de extinción automática para cocina más avanzados no solo detectan el fuego en segundos, sino que actúan antes de que la catástrofe sea inevitable. Sensores de temperatura, activación inmediata, barreras contra la propagación. Todo diseñado para que el fuego nunca tenga la oportunidad de devorar una cocina entera.

Y no se trata solo de apagar incendios. La grasa suspendida en el aire, acumulada en los conductos de ventilación, es otro enemigo silencioso. Las campanas extractoras industriales con filtros adecuados pueden marcar la diferencia entre un susto y una tragedia. Más aún si están conectadas a un sistema de extinción que actúe de inmediato.

La tragedia anunciada que se puede evitar

Un hotel o un restaurante pueden sobrevivir a una mala temporada, a una crisis económica o incluso a una mala crítica. Pero difícilmente se recuperan de un incendio. Las cifras están ahí. Las llamas no distinguen entre el pequeño restaurante familiar y el hotel de lujo. En cuestión de minutos, todo lo construido con esfuerzo y sacrificio puede quedar reducido a escombros.

Pero no tiene por qué ser así. Cumplir la normativa no es solo un requisito burocrático, es un salvavidas. Elegir el sistema adecuado, instalarlo correctamente y mantenerlo en perfecto estado es la diferencia entre seguir sirviendo cenas o ver cómo el fuego consume años de trabajo.

No se trata de si ocurrirá, sino de cuándo. Y cuando llegue el momento, solo habrá dos tipos de empresarios: los que se prepararon y los que lamentarán no haberlo hecho.

 

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